domingo, 1 de marzo de 2015

Estimation of ungulates density trough the integration of different techniques in Friuli Venezia Giulia Region ­ north east of Italy.

Toni Romani1, Carmelinda Giannone2, Stefano Filacorda1

1 - Department of Agronomy and Enviromental Science, University of Udine, Italy.
2 - Associazione il Villaggio degli Orsi


The Friuli Venezia­Giulia region is located in the northeast of Italy, along the border with Slovenia and Austria. In this region are present some different habitats and three bioregions: Alpine, Continental and Mediterranean; these natural and seminatural environments present a high level of biodiversity, in terms of wildlife and vegetation. There are present all the continental medium and large carnivores: Brown bear (Ursus arctos), the Eurasian lynx (Lynx lynx), the Wolf (Canis lupus), the Jackal (Canis aureus), the otter (Lutra lutra) and populations of ungulates of ibex, chamois, roe deer, red deer, wild boar, moufflon and fallow deer; the alpine areas are covered by large coniferous and deciduos forests and over the timber line, there are rocks, pastures and moorland. The alpine region is cold, snowy and with long winters, and during the summer, the weather is rainy and cool. In the continental and mediteranean bioregion, the summer is drought and the winter is wet. The aim of the study is to test an integrate different techniques to estimate the density of roe deer (Capreolus capreolus), red deer (Cervuselaphus) and boar (Sus scrofa) in respect of the different environmental conditions of the 3 different bioregions. Due to different habitats and environmental conditions, we are going to test and compare different methods: hunter spring census (with direct observation), camera trapping, faecal pellet count with distance sampling, the track count based on Russian Formozov Malyshev ­Pereleshin formula and observation of all direct signs (markings, grazing, carcass, trails and animal observed).

All these signs are arranged and georeferenced with CyberTracker software. Three different areas are studied: alpine (alpine bioregion) and pre­alpine (continental bioregion) areas and karstland (mediteranean bioregion). For each areas we have identified four different game reserves. For each game reserve we have chosen four transects of 1 kilometer long, representative of the habitats present, in which, every fifteen days and for 4 months over four season, we record all indirect signs. Ten camera traps have been placed for each area, 5 along the transects and 5 on baiting sites. For each game reserve we have been identified 10 buffers, in part coinciding with the camera traps location. We discuss the preliminary results of this approach and the limits and opportunities for each methods in relation to different environmental conditions, different species and the importance of the integrated approach.

USO DEL RASTREO PARA EL ESTUDIO DE LOS MAMÍFEROS EN EL NEOTROPICO

Jose Fernando Navarro Peláez - jfnavarrop@yahoo.com.mx
Grupo de investigación Medio Ambiente y Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Antioquia, Medellín, Antioquia, Colombia.
RESUMEN: La identificación de rastros en el medio natural requiere de condiciones especiales de entrenamiento; el presente artículo muestra una extensiva revisión del arte del rastreo indicando algunas ventajas y problemas en el uso de la técnica. El interés es generar conocimiento y trabajar por la conservación de los mamíferos neotrópicales que actualmente están amenazados.

ABSTRACT: The identification of traces in the environment requires special training conditions; this article shows an extensive review of the technique of tracking these traces, it also indicates some advantages and disadvantages of using this technique. The goals are to generate knowledge and to work for the conservation of neotropical mammals that are currently threatened. 

INTRODUCCIÓN 
Los rastros animales dejados sobre sustratos naturales como suelo, nieve y conchas, restos de insectos o huesos en el caso de los depredadores, se comenzaron a estudiar y a clasificar por los geólogos a mediados del siglo XIX, encontrándolos en excavaciones y comparándolos con los rastros que producían los animales pobladores de la biosfera en ese entonces (Lastanao-Lobera, 2002). Ello dio nacimiento a una nueva disciplina dentro de la zoología: la neoicnología que representa el estudio de los rastros o las señales del comportamiento biológico que quedan impresas en soportes naturales y pueden ser estudiadas y comparadas con otros soportes artificiales para su análisis (Lastanao-Lobera, 2002). Considerada hoy día por muchos investigadores como un área interdisciplinaria de las ciencias biológicas, que nos ayuda a identificar el paso de los animales por sus signos de presencia en un lugar determinado (Gámez-Vintaned y Liñan, 1996)

La facultad investigadora que creemos propiedad exclusiva de nuestro tiempo tiene quizás una larga trayectoria, desarrollada por el hombre paleolítico y que algunos ven como un arte - el rastreo -, el conocimiento de los rastros estado ligado a la subsistencia del ser humano formando parte de la cultura ancestral de los pueblos para quienes la cacería es una actividad significativamente importante, Stander et al. (1997) han demostrado el refinamiento y alto grado de exactitud que puede alcanzar el rastreo en los pueblos indígenas.

En relación a los mamíferos silvestres, el término rastro se definen como “todo vestigio, señal o indicio que dejan durante sus actividades, además de todo resto que queda de ellos” (Aranda, 2000) “rastrear es un valioso método para aprender de los hábitos de los animales porque es prácticamente equivalente a observar a un animal por un largo período de tiempo. Bajo condiciones naturales los rastros son un lenguaje de signos que necesita una cierta interpretación para ser comprendido”.

El estudio de los mamíferos silvestres a través de sus rastros ha sido de gran utilidad, ya que no solamente ha permitido a los científicos y a las autoridades ambientales implementar normas de manejo en áreas silvestres y protegidas, sino también el descubrimiento de nuevas especies, como es el caso de los restos craneales encontrados en las egragrópilas de lechuzas y búhos o en las heces de algunos individuos (Sanz, 2005).

Para desarrollar trabajos de sistemática o ecología, los mastozoólogos deben constatar la presencia de los mamíferos en un área; para esto utilizan principalmente dos métodos: El primero,

denominado observación directa, que implica la captura de los ejemplares utilizando variados dispositivos como trampas, cepos, redes, sistemas de inmovilización química, entre otros (Minambiente-SINA, 2000). El segundo, denominado observación indirecta, que consiste en la interpretación de rastros o de otras señales dejadas por los mamíferos, utilizando métodos no invasivos (Travi y Gaetani, 1985).

Todos los mamíferos dejan rastros de sus actividades como huellas, excrementos, pelos, restos de alimentos, marcas territoriales, nidos, alteraciones en la vegetación, voces, sonidos y olores. Estas evidencias forman parte de lo cotidiano y su abundancia es proporcional a las poblaciones que las producen. Estos indicios muestran claramente que podemos utilizar los signos, o señales, para saber quién ocupa un determinado ecosistema, sin necesidad de observarlo directamente. Su localización, estudio e interpretación en su conjunto, permite no solamente el conocimiento de sus modos de vida, tamaño y morfología, sino también la identificación de géneros y especies (Cuellar–Carrasco, 1999).

La habilidad para interpretar rastros puede permitirnos "ver" a los animales y seguir sus movimientos, los signos posibilitan conocer aspectos más íntimos, como la abundancia de una especie, su organización social o la composición exacta de su dieta (Rabinowitz, 1986), para Elbroch (2003) citado por Aranda (2005) el rastreo es ecología de campo y asegura que no se conoce otro método mejor para ver y experimentar las relaciones entre los animales silvestres y el ambiente.

La observación e identificación de mamíferos en la naturaleza no resulta nada fácil, especialmente aquellos de gran talla, si se considera que la mayoría de ellos son de hábitos crepusculares o nocturnos, poseen sentidos muy desarrollados, y en consecuencia, manifiestan comportamientos cautelosos, discretos, crípticos, esquivos o huidizos ante la presencia del hombre o de cualquier estímulo por mínimo que sea; además se presentan en baja densidad (Cuellar–Carrasco, 1999), de modo que su observación directa, por prolongados períodos de tiempo, solo es posible para unas pocas especies, en ambientes abiertos (Stander et al., 1997).

Sin embargo, por ariscos o nocturnos que sean, siempre – o casi siempre – dejan tras de sí ciertas marcas en el terreno bastante útiles para confirmar su presencia en diferentes hábitats o en una área determinada (Alfaro, 2001). Las huellas por ejemplo son consideradas registros temporales; negar

su existencia, importancia o utilidad es una actitud poco científica; una sola huella puede mantener viva la esperanza de hallar con vida a una especie presuntamente extinta o desaparecida de un área. Bajo esta premisa, se podría preguntar si realmente el tilacino o lobo marsupial australiano (Thylacinus cynocephalus Harris, 1808), está extinto, o por el contrario, todavía se encuentra en alguna región Australiana. Este caso se podría aplicar al Neotrópico, donde aún se desconoce la distribución de muchas especies de mamíferos de mediano y gran tamaño. Realizando muestreos sistemáticos, con buenas metodologías y aplicando de forma correcta la técnica de seguimiento por rastros, se podrían resolver algunos interrogantes sobre estas especies, y por tanto, aclarar los patrones de distribución regional desconocidos hasta hoy para muchas de ellas.

El método más común empleado por los investigadores es atraer animales a una estación cebada donde las huellas se detectan en el suelo preparado u otros sustratos como la nieve fina (Cook, 1949; Wood, 1959; Linhart y Knowlton, 1975; Lindzey et al., 1977 y Taylor y Ráphale, 1988). Sin embargo, esta técnica no es aplicable en áreas donde los suelos son rocosos o muy finos, donde no se pueden observar los rastros fácilmente (Barrett 1983).

Los rastros más conspicuos son las huellas. Generalmente cuando se menciona este término, las personas tienden a visualizar la pisada del animal, es decir, la impresión cóncava, clara y profunda de la parte de la extremidad, tanto delantera como trasera que entra en contacto con la superficie del suelo; esta impresión generalmente se observa en suelos cuya composición es relativamente blanda y limpia como la arena húmeda o el barro (Navarro y Muñoz, 2000).

Existen varios factores que determinan la conservación y calidad de impresión de una huella. Los factores dependientes son relativos al animal como la especie, el sexo, la edad, la marcha (paso, trote, galope o salto) y la pata que produjo la impresión (anterior, posterior, derecha o izquierda). Los factores independientes son debidos a causas externas como el clima, las propiedades del terreno, la conformación del sustrato (arena, piedras, barro, etc.) y el tiempo de impresión de la misma (Becker y Dalponte, 1999).

Seguir la pista a las huellas es realmente fácil, basta mirar con detenimiento lugares donde los animales puedan pasar, como orillas y bancos de ríos, playas cerca a líneas de vegetación, márgenes de pantanos y caminos. Las huellas guardan a menudo su forma por 2 o 3 días - o aún más tiempo; es más fácil encontrar huellas en las mañanas o en las tardes donde el ángulo de la luz del sol crea

sombras en los rastros, que cuando el sol está en el cenit; las huellas más fácilmente detectables se dan en lugares desprovistos de vegetación y en suelos arcillosos no muy húmedos, los sustratos limoarenosos (como la arcilla), con granulometría menor a 1 mm son excelentes para la toma de huellas (Navarro y Mancera en prensa).

Lamentablemente la huella “ideal” es difícil de ubicar en ciertos ambientes boscosos del Neotropico, pues existen dificultades en el medio natural para su buena conservación e impresión, por lo que tenemos que acostumbrarnos a encontrar huellas más sutiles, de formas irregulares o simplemente realizar muestreos sistemáticos que permitan visualizar de la manera más clara estos rastros, por medio de metodologías denominadas “sendas barridas” y “huelleros” (Cossíos et al., 2007).

Desde un punto de vista práctico, contar y medir las huellas es un método adecuado para poder hacer estimaciones poblacionales a gran escala (Aranda, 1998; Novell y Jackson, 1996). Los datos basados en análisis multiviariados posibilitan su uso con éxito, presentándose como una herramientas para mejorar el reconocimiento de rastros (Zielinski y Truex, 1995; Zalewski, 1999; Harrington et al., 2008; Steinmetz y Garshelis, 2008; De Angelo et al., 2010), y su implementación es útil para establecer los tamaños poblacionales, la selección del hábitat y la estructura social, entre otras variables; información valiosa que viene siendo utilizada como herramienta de soporte y que al combinarse con otros métodos como el fototrameo, la telemetría o los análisis genéticos por medio de pelos y heces, generan información precisa (Karanth et al., 2003; Silveira et al., 2003).

La identificación individual de grandes mamíferos ha sido confirmada por diferentes autores en trabajos con felinos, como los propuestos por Schaller y Crawshaw, (1980); Smallwood y Fitzhugh, (1993, 1995); Riordan, 1998; Lewison, et al, (2001); Sharma et al., (2003), (2005); Grigione, et al., (2002); Wilting et al., (2006); Isasi-Catalá y Barreto (2008); De Angelo et al., (2010); García et al.,

(2010); Bertrand y Morisot, (2012) y con el tapir (Tapirus sp. Brünnich, 1772) Salas, (1996); Lizcano y Cavelier, (2000), en los últimos años trabajos propuestos por Palma y Gurgel-Goncalves 2007 y Camargo et al., 2008 abren nuevas oportunidades a la técnica para el estudio de pequeños mamíferos.

Con el uso de huellas es posible establecer índices indirectos para determinar presencia y abundancia relativa: la evidencia de presencia de una especie será diferente de cero y su frecuencia

aumentará en la medida que el tamaño poblacional sea mayor (Simonetti y Huareco, 1999). Esto último requiere que la frecuencia de huellas se correlacione en forma lineal y monotónica con la abundancia absoluta de la población, supuesto que tiene apoyo empírico (Conroy, 1996). Sin embargo, es importante tener presente que el índice de abundancia relativa refleja cambios o tendencias poblacionales, pero no da información del actual tamaño de las poblaciones silvestres (Crawford, 1991).

Se puede calcular la mastofauna de un lugar específico observando el número de rastros hallados durante un período de tiempo determinado, calculando así periodos de migraciones y ciclos estaciónales. Los índices de abundancia que se pueden obtener de este tipo de análisis son también útiles, porque reflejan cambios en la abundancia en épocas estaciónales o bajo tratamientos diferentes y porque tienen una serie de ventajas sobre los conteos basados en observaciones y capturas (Bider, 1962; 1968; Rocha, et al., 2006).

En lo que se refiere a la distribución de abundancia relativa de las especies en el ambiente, una característica que marca las comunidades en general, es que ellas tienen comparativamente pocas especies que son abundantes y muchas especies que son raras (Krebs, 1999). Con los métodos invasivos no es posible observar estas tendencias.

Una posible limitación en la utilización de signos y señales radica en que puede haber un pequeño desfase entre la densidad real y el índice obtenido, ya que el conteo de rastros dejados por los animales puede abarcar periodos más o menos largos desde su impresión, en consecuencia, la densidad puede sufrir variaciones (Telleria, 1986). Para ello, los datos se deben tomar independientemente por especie debido a que no todos los individuos tienen la misma probabilidad de dejar señales en los lugares donde se utilizan estaciones olfativas siendo éstas, trampas de tipo selectivo para la estimación. Es necesario tener personal capacitado en la interpretación de rastros, aunque el estudio implique limitaciones, es posible evaluar cuantitativa y cualitativamente la mastofauna de un lugar.

El conteo de huellas y signos presenta varias ventajas sobre el uso de otras metodologías. En primer lugar, su precisión no depende normalmente de un complejo cúmulo de factores condicionados, como la observación y captura, por lo tanto, su utilización no es tan compleja y suele ser de bajo costo, obteniendo los datos de una forma rápida y de aplicación en grandes áreas

(Nachman, 1993). También se puede controlar la uniformidad en el muestreo y se beneficia con la capacidad de ser reproducibles en otras áreas o en diferentes épocas del año (Hon, 1979; Linscombe et al., 1983, Navarro y Muñoz, 2000), siendo en algunas ocasiones la única herramienta para el estudio de la distribución y abundancia relativa de ciertas especies nocturnas, crípticas y que tienden a huir o esconderse ante la presencia humana, o que son difíciles de capturar, como los carnívoros o ungulados de gran talla (Wilson et al., 1996). Adicionalmente, las observaciones pueden realizarse independientemente de los horarios de actividad de la especie, y permite sumar todo tipo de indicio, ya que el interés es corroborar su presencia en los diferentes sitios muestreados (Simoneti y Huareco, 1999; Carrillo et al., 2000).

Se consideran que las huellas son altamente variables y pueden contener información de tipo ecológico. El hecho de encontrar huellas en ciertos lugares, como los rastros dejados por los mamíferos que pueden vivir en el agua y en tierra, en el caso de la nutria (Lontra longicaudis

(Olfers, 1818)), o la zarigüeya de agua (Chironectes minimus Illiger, 1811), cuyas patas provistas de membranas interdigitales demuestran claramente su propiedad para la natación, nos dan posibles especulaciones del hábitat que pueden explorar estos individuos, mientras que otros tipos de huellas muestran otras características con variados atributos de tipo ecológico (Navarro y Muñoz, 2000).

Ningún método es infalible, así como el uso de huellas tiene ventajas, también presenta algunas desventajas solucionables en cierta medida. Entre las desventajas tenemos: 1) Dependencia biológica (variación por sustrato, velocidad del animal, edad, peso y tamaño), que se considera como un factor dependiente. Esto se soluciona homogeneizando las condiciones del terreno donde se pretende montar las unidades muestrales. 2) Dependencia estadística, solucionable con la aplicación de algunas pruebas (Conroy, 1996), como los índices de abundancia de poblaciones animales basados en frecuencias de avistamiento o conteos de rastros en sitios determinados, para lo cual se recomienda consultar a Davis y Winstead, 1980; Glanz,1982; Bailey, 1984. 3) Labilidad (fragilidad o inestabilidad), de las trampas por la lluvia, que puede incrementar el número de huelleros y las noches de muestreo, ante lo cual se propone el escoger épocas del año donde las lluvias no perjudiquen los muestreos, el cubrir las unidades muestrales, o construirlas con algo de altura para evitar que la escorrentía borre los signos. 4) Independencia de las muestras que se soluciona tomando un grupo de huellas en una sola dirección para no incluir varias veces un mismo individuo. 5) Detectabilidad que puede distorsionar los resultados, para lo cual se debe estandarizar la metodología teniendo en cuenta el horario de recorrido, las condiciones atmosféricas, el período

del año, la velocidad de marcha, la frecuencia de parada, la intensidad de búsqueda, el equipo empleado y los criterios para incluir o excluir observaciones incompletas (Simoneti y Huareco, 1999 y Orjuela y Jiménez, 2004).

Sin duda, la publicación de guías de campo ha cambiado la historia de la mastozoología, en torno a la observación y el conocimiento de los mamíferos Neotropicales. Los intentos en producir guías de campo donde se muestren los signos o señales han beneficiado a los estudiosos y ha generado mucha información para las listas de especies (Navarro et al., 2005).

Se han publicado un gran número de guías de campo para la identificación e interpretación de los rastros de los mamíferos silvestres. Restringiendo el análisis solo a América, se puede mencionar la guía de Murie (1974) en la que se analiza los rastros de muchas especies, siendo en su momento la guía mas completa y actualizada, referenciadose hoy día como un texto clásico del rastreo, para el presente siglo, una de las guías más completas es la de Elbroch (2003), exclusivamente dedicada a mamíferos de Norteamérica.

Para el Neotrópico, cabe destacar los realizados por Aranda (1981), donde usando los rastro (huellas y excretas), de algunos mamíferos de México edita “Rastros de los Mamíferos Silvestres de México”, mas adelante en el año 2000, pone en circulación “Huellas y otros rastros de los mamíferos grandes y medianos de México”, siendo este el compendio más completo de rastros del Neotrópico, en el cual incluye muchas modificaciones con respecto a su primer trabajo. Esta obra se basa en la revisión exhaustiva de los rastros de la mayoría de los mamíferos de talla mediana y grande que habitan México; no sólo ofrece información sobre los rastros de las especies, sino que incluye variados aspectos de la historia de vida, se destaca un aparte con datos para estimaciones de abundancia y estudios de parámetros poblacionales, entre otros temas.

Para Brasil, Travi y Gaetani (1985) realizaron una primera publicación, para la identificación de los mamíferos silvestres de Río Grande del Sur. Los registros fueron obtenidos en fragmentos de bosque donde al localizar una huella, procedían a vaciar yeso sobre la misma para extraer un molde que denominaron negativo, sobre el cual posteriormente se vaciaría parafina para obtener el positivo. Lo criticable de esta metodología es que las improntas obtenidas son muy delicadas y duran poco tiempo.

Posteriormente, Becker y Dalponte (1982), utilizando animales de zoológico y de campo fabricaron moldes en yeso e hicieron registros fotográficos, información que les permitió producir una guía de campo orientada a investigadores locales y que permitió el levantamiento de información adicional, luego en el año 1999, retomaron su trabajo y a diferencia del primero, tienen en cuenta la utilización de escalas para cada registro que sin duda ayuda en el reconocimiento de especies. Adecuando sustratos previamente para la impresión de rastros, realizan dibujos sobre acetatos, impresiones de huellas con tinta, vaciado de moldes y contra moldes en parafina y yeso, mejorando notablemente la técnica, generan la guía de campo “Rastros de mamíferos silvestres brasileiros” (Becker y Dalponte 1999).

Para el Paraguay, Villalba y Yanosky, (2000), producen una guía de campo que ayuda al lector a identificar los signos y las señales dejados por mamíferos, lagartos y aves. La sección introductoria es un curso rápido en el seguimiento de fauna, al mismo tiempo que dan antecedentes sobre la ecología de las especies contempladas allí y presentan una sección bastante útil con índices para el conteo de restos fecales.

Cabrera, et al., (1995) son los primeros en generar una guía para Colombia, en su libro “Mamíferos de la Macarena” presentan la información relacionada con las huellas de algunos mamíferos que habitan esta área, siendo bastante útil para la determinación y el estudio de las especies, así como también para conocer algunos aspectos de su historia natural, Navarro y Muñoz (2000), elaboraron un manual de rastros en el cual se describen 32 especies de mamíferos presentes en Colombia, se muestra una descripción de cada especie con su distribución geográfica en el país; presentan aspectos ecológicos de las especies, constituyéndose hasta el momento, en la guía más aproximada y completa de huellas para el territorio Colombiano.

Lima-Borges y Tomás (2004), creen necesario la implementación de guías para apoyar otras áreas diferentes a las científicas, como es el caso del turismo ecológico o Ecoturismo, esta nueva alternativa que se realiza de forma organizada y protegida, busca evidenciar o visualizar animales silvestres en su medio natural, posibilitando generar conocimiento y facilitar los procesos de conservación de la vida silvestre, bajo estas premisas se publica la Guía de rastros y otros vestigios de mamíferos del Pantanal.

Hacia la región austral y como parte de un estudio con eje central en el jaguar (Panthera onca

(Linneo, 1758)) y otros mamíferos del Bosque Atlántico de Misiones (Argentina), se inicio en el 2001 el registro y descripción de huellas de los mamíferos presentes en ese lugar. La gran cantidad de información obtenida genero una guía de referencia, la cual consistía en una serie de fotocopias anilladas, publicadas el 2005. Las posteriores correcciones hechas al documento original, dieron pie a una versión mejorada que luego de varios años de trabajo profundo en el tema generaron en el 2010 la “Guía de Huellas de los Mamíferos de Misiones y otras áreas del Subtrópico de Argentina” (Pereira, 2008; De Angelo et al., 2010).

Skewes-Ramm (2009), plantea un manual de huellas para Chile “Manual de huellas. Mamíferos silvestres de Chile (nativos y exóticos)” donde se incluyen 43 especies, tanto nativas como introducidas, anexa información adicional sobre su ecología, además de descripciones completas de sus rastros, esta guía reúne información dispersas de muchas fuentes, siendo en su momento la única guía de rastros para el territorio Chileno. Recientemente Muñoz-Pedreros, (2011) con la ayuda del MNHN de Chile y editado por el Centro de Estudios Agrarios y Ambientales edita "Huellas y signos de mamíferos en Chile", está publicación se orienta a facilitar la detección e identificación de especies principalmente a través de la impronta de sus huellas, posee un aparte con claves dicotomicas para la identificación de rastros como también una breve descripción de métodos estadísticos para ser usados en estudios ecológicos.

Es sin duda que Brasil por lo extenso de su territorio y debido a la gran diversidad de habitas naturales, ha editado el mayor numero de guías de campo para la identificación de mamíferos, teniendo en cuenta que cada uno de los trabajos explora una región diferente persiguiendo un objetivo preciso; en algunos casos, sirviendo como material de apoyo a pobladores locales para el conocimiento y uso de los mamíferos de cada región, otros por lo contrario encaminados a mostrar la diversidad de estos animales y posibilitando propuesta de conservación en cada región, todas estas propuestas además de consolidar propuestas de ciencia ciudadana, que sin duda ayudan en la toma de decisiones importantes para la conservación de especies en alto grado de amenaza.

La guía “Manual de Rastros da Fauna Paranaense” editada para ayudar a voluntarios de las áreas de conservación estatal y otras instancias interesadas en la identificación de algunos mamíferos, definido por el Proyecto Biodiversidad Paraná (Morro-Rios et al., 2008). La guía “Pegadas” encaminada a la utilización de mamíferos como indicadores ecológicos, ya que las características

tales como el éxito de presencia / ausencia, abundancia y reproducción de algunas especies puede indicar la sostenibilidad ambiental, esta guía se centra sobre las especies de esta región brasilera amazónica (Carvalho Jr, y Luz, 2008). La guía " Impresiones del Cerrado y El Pantanal " es una publicación de los resultados de las observaciones de mamíferos salvajes de más de una década de trabajo y observación de mamíferos en el Pantanal, ubicándose en un contesto conservacionista.

Muy recientemente, gracias al Programa para la Conservación de los Mamíferos del Cerrado (PCMC), que rastrea y estudia a los animales en una zona de de más de 1000 km2, edito y se puso en marcha "Huellas y rastros" la cual propone ayudar a los agricultores a identificar los animales residentes contribuyendo así, a la preservación de las especies presentes en el Triángulo mediano y grande del sudeste de Goiás y Minas Gerais. La idea con la publicación es mostrar a los residentes locales, que hay animales que tiene las mismas necesidades básicas que una persona común y corriente, como la alimentación, la vivienda y la reproducción (Cavalcanti, y Gemésio-Lemos, 2012).

Las metodologías de detección mediante rastros son de gran utilidad en los estudios taxonómicos y ecológicos de especies de mamíferos por su facilidad, economía y rapidez, características indispensables a la hora de tomar decisiones de conservación. En el Neotrópico se han llevado a cabo múltiples estudios sobre mamíferos en los cuales se han utilizado los registros indirectos o métodos no invasivos como base para el estudio de este grupo de vertebrados. Independientemente de los adelantos tecnológicos, los rastros en general y los rastros de los mamíferos, en particular, siempre estarán presentes en el campo, porque todos los mamíferos dejan algún registro de su presencia en el medio natural.

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